Los metafísicos y los teólogos
pueden hablar de Dios cuanto les
plazca.
No es ése el Dios que puede
conmoverme,
sino el que fue un Prisionero
bajo la tiranía de los reyes
en Persia, en Turquía y Palestina.
En esa misma tierra donde el Sol
se levanta con ímpetu hasta el
cénit,
Sus pasos santos recorrieron
sobre la arena calcinada
la larga senda amarga del destierro.
Y en las orillas del Mediterráneo
en una antigua fortaleza
dentro de gruesos muros
para acallar Su voz Le recluyeron.
Y sin embargo ahora está llegando
a través de los montes y los valles
hasta el último pueblo de la Tierra
Su Nombre bello y venerable.
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