Naturaleza o Dios:
buscamos el origen.
¿Cómo entender de dónde viene
todo?
Pues no podemos contentarnos
con ver pasar las cosas.
Incluso nuestro esfuerzo quiere
saber a dónde
y cómo vamos
en pos de aquello que nos mueve.
Lo que nosotros poseemos
nos viene de algo
o alguien nos lo ha dado.
¿A quién debemos darle gracias
por lo que somos y tenemos?
Si la Naturaleza es sabia,
también es ciega; no se cuida
de meros individuos.
Sólo trabaja con las grandes masas.
¿Y nuestras pobres e indefensas
almas
a dónde han de volverse
para encontrar amparo?
¿Es Dios una ficción,
una ilusión del corazón humano?
¿También los Santos que pasaron
por este mundo transitorio?
¿Dieron su vida para nada?
¿Eran acaso necios e ignorantes,
que no sabían qué es lo que
conviene?
Tal vez hay un saber que no se
encuentra
allí donde los ojos y las manos
se mueven y se afanan.
Quizás el corazón humano
puede encontrar una certeza
que no se cifra en bienes materiales.
También el alma ve y entiende
cuando sus ojos vuelve preguntando:
¿es esto cierto o fantasía?
¿Cómo sabemos lo que somos
y lo que más amamos?
¿No nos lo dice el corazón?
Pero la vida humana es inconstante
y está lastrada de inseguridad.
Sólo al tomar la decisión
de amar aquello que queremos
-Naturaleza o Dios-
somos nosotros de verdad.
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