La luz que nos envuelve y que nos
lleva
de la nocturna sombra al deslumbrante
día,
desde la oscura noche tenebrosa
y el silencioso e inhóspito vacío
hasta la prodigiosa claridad
del clamoroso día,
sobre nosotros luce al fin,
a nuestro alrededor se extiende
cual amoroso manto
que abraza cuanto toca.
Yo me sumerjo en su vital oleaje
y entre sus ondas soy como un delfín
feliz.
Levantamos los ojos hasta el sol
y agradecidos vamos bajo las nubes
blancas.
Nada me impide navegar más raudo,
salvo este cuerpo que desea
ser él también la luz en la que
habito.
La luz se llena de canciones
y sus vibrantes ondas suenan
como maravillosos ecos
de inmaterial belleza.
Todo desciende desde el Sol más alto
hasta los valles de brumosa sombra
que recogen el pródigo rocío.
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